Monday, 9 March 2009

EL SUFRIMIENTO.

Cuando uno pregunta que es sufrimiento seguramente se liga al aquella que nos trae dolor y tristeza. Esto quiere decir que, aunque de alguna manera queramos cerrar los ojos al dolor y tristeza, que nuestro ser en la carne nos depara, qué duda cabe entre nosotros hay muchos que sufren, sean donde sean, religiosos religiosas, o laicos. Es decir sin frontera de la respuesta vocacional de cada cual. Pues el sufrimiento es nuestra carga cotidiana, y por esta razón no hay hombre que no sufra sobre esta tierra. Sufren los niños y los ancianos, los jóvenes y los adultos, los de una y otra posición social.
Hablar del sufrimiento se trata de un mal universal del que nadie puede librarse. Pero, aun aceptando este hecho indiscutible, es preciso reconocer también que hay personas que sufren más que otras, bien sea por causas personales, sociales o de convivencia. Entre estos podemos señalar, por ejemplo, los pobres e indigentes, los explotados, los marginados de la sociedad y los incomprendidos, los que no tienen puestos de trabajo y los que padecen disgustos familiares y comunitarias, los que experimentan el fracaso en la vida o los que son maltratados y perseguidos por causa de la justicia….
Pero ¿donde están aquellos que sufren?, pues no hace falta ir lejos, ellos están aquí con nosotros en nuestra casa, comunidad quizás somos nosotros mismos, puede ser aquellos ancianos, Jóvenes, enfermos, lindos, feos, Obispos, Cardenales, curas, monjas, benditos, malditos, altos pequeños, rojos, negros, etc.… a pesar de las apariencias y ritmo de vida, más allá de lo que se percibe y se ve, hay muchas veces un dolor o un problemita escondido que camina junto a nosotros y en nosotros, cuyo rostro parece estamos obligados a ocultar a los demás, porque sospechamos que a los demás no les interesa mucho.
¿Qué decir del sufrimiento de los enfermos nuestros? La enfermedad es una prueba mucho más dramática que las otras pruebas de la vida del un ser. Normalmente, las dificultades que el hombre debe afrontar son de orden sentimental, profesional, económico, político, comunitaria, religiosa, afectiva o sea secundaria a la persona misma, de manera que podemos decir que teniendo salud , puede decirse que todas ellas pueden ser superadas. Por algo antes de las desgracias y embarradas, de todo ellas, nos repetimos una y otra vez.
Pero frente a la incapacidad somática, o en este caso enfermedad o dolor físico, la cuestión es diferente. Esa sí, es un mal más radical. Porque este es un dolor ajeno a nuestra voluntad, cuya superación no está en nuestras manos, en la mayoría de los casos. Este afecta al hombre en su mismo ser, en aquella realidad corpórea, física y psíquica, individual y comunitaria o mejor dicho comunitaria.
Esta sufrimiento es mas profunda que otro tipo de sufrimiento de cualquier índole. Por los siguientes razones:
1. Es un sufrimiento integral, que afecta a todo el hombre, en su realidad física y psíquica, conmoviendo todo el mundo de sus relaciones, aunque el dolor se percibe en un miembro determinado, pero sí que duela la persona en su totalidad.
2. Es un sufrimiento intransferible. Es decir que nadie puede sufrir por mí.
3. Es un sufrimiento amenazante, que supone alejamiento de las seguridades en que normalmente se desenvolvía la vida. 4. Es un sufrimiento dependiente, donde se vive en dependencia de los demás de una forma especial.
Pues como comunión o mejor dicho comunidad, quienes más sufren no pueden no gritarnos a los otros. Su grito es callado, en unos casos, resonante en otros. En él va implicada una llamada de mil tonos: a la Justicia, a la libertad, a la ayuda, al servicio, a la comprensión, al Consuelo, y sobre todo a su bienestar de la salud.
Es verdad que as soluciones ante el dolor pueden ser muy diversas, sea cual sea su origen o su causa: la rebelión, el replegamiento sobre sí mismo, la desesperación que en muchas ocasiones es la cuestión, o la angustia . sin embargo siempre hay algo que permanece insoslayable para quienes perciben el dolor de los demás.
Estamos obligados a ayudarles a salir de su dolor, tenemos el deber como personas y como hijos de Dios, y más aun como personas apartados, de luchar con ellos contra el mal, poniendo los medios que en concreto conducen a superarlo. El dolos de los demás o puede dejarnos indiferentes. Nos interpela y nos reclama.
Y si esto debe ser así en cualquier caso, mucho más debe serlo en el caso de los enfermos y los que padecen de una manera u otro un dolor o sufrimiento y a su impotencia. No hay mayor soledad que la de aquel que grita en el dolor y no se le escucha. Los que sufren por causa de enfermedad o por causa de lo que sea son nuestros hermanos que en su vitalidad dieron lo pudieron. La misión nuestra es estar con ellos sin importar ninguna otra misión que estar con ellos. De manera que, nuestra misión primordial es acompañar a nuestros hermanos y hermanas inválidas, y en un sufrimiento u otro hasta el punto que el dolor se supera.
Como no podemos pensar que el cuidado de los afligidos nuestros, es un nuevo areópago? Que hace que mi predica sea cristiana si no me comprometo a gastar mi tiempo y energía acompañando un hermano o hermana en su dolor? Que me hace más Cristiana, buscar a los que sufren fuera de mi puerta o atender el que sufre dentro de mi misma cas?

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